El pasado viernes, 20 de abril, el director de fotografía italiano Vittorio Storaro fue distinguido como Patrono de Honor de la Fundación Academia de Cine. Después del acto, en el que participaron varios miembros de la Junta Directiva de la Academia, el prestigioso director de fotografía mantuvo un encuentro con los académicos acompañado por los directores de fotografía españoles Tote Trenas y Fernando Arribas.
Storaro, que ha obtenido tres Oscar® a lo largo de su carrera (El último emperador, Rojos y Apocalypse Now), es famoso por sus debates sobre cine, arte, estilo y simbología. Él puso de manifiesto la importancia de ser parte de una Academia foránea –es miembro de la italiana, la estadounidense y la europea–. «La pintura, la literatura, la música son expresiones particulares, pero el cine es una expresión colectiva, por eso en Europa estamos muy pendientes de la coautoría. Fundamentalmente, las imágenes, la música y la literatura son cine, especialidades que se engloban en las academias, y la presencia de profesionales de tantas materias hace que los premios –Oscar, Goya, David di Donatello, César.. – sean los reconocimientos más serios», dijo.

Foto: ©Enrique F. Aparicio
El director de fotografía ha trabajado con los más prestigiosos realizadores de distintos países: Carlos Saura, Bernardo Bertolucci, Francis Ford Coppola, Warren Beatty… Respecto a ello, afirmo: ”Siempre rechazo proyecto o directores que creo que van por una vía distinta a la que yo quiero seguir. Mi camino es intentar entender el sentido de mi vida. La fotografía es una expresión muy personal y, al mismo tiempo que estamos trabajando, estamos intentando comprender nuestra propia vida».
Vittorio Storaro es autor de varios libros –uno dedicado a la luz, otro a los colores y otro a Bertolucci y Coppola. «Estoy preparando un nuevo volumen dedicado a Carlos Saura», indicó.
Hijo de proyeccionista de cine –fue quien le inculcó el amor por las imágenes–, Storaro habló de la luz –»aspiro a escribir con la luz un guión. No vemos la luz solo con los ojos, sino con todo el cuerpo»–; los colores –»el cine nunca ve el color real, es siempre una interpretación, una fantasía»–; y de estar atento a escuchar y ver «a los otros. Hay que tener los ojos abiertos para cambiar en una secuencia porque el misterio del cine es la novedad, esa es la parte magnífica del cine».