
Director: David Arratibel
Año: 2017
Intérpretes: Documental (con María Arratibel, Pilar Aramburo, Paula Tellechea y Raúl del Toro)
En unos tiempos en que presentar cualquier tipo de película sobre religión o religiosidad parece algo raro y fuera de lugar, David Arratibel (agnóstico declarado), nos ofrece una visión sobre su familia, unas personas que por diversas circunstancias se han convertido al catolicismo a lo largo de estos últimos años.
A través de conversaciones con sus hermanas, su madre y su cuñado el director ofrece unas confesiones (nunca mejor dicho) ante la cámara que pasan ante nuestros ojos como retazos de vida, de cambio y de ilusión. Diálogos cargados de sinceridad, en los que salen a relucir algunas cuentas pendientes y nos muestran la realidad de unas personas a las que la fe católica les ha cambiado sus vidas por completo.
Pese a ser una película de palabras, empezando por la de Dios que toca a la familia, no cansa al espectador, más bien nos va descubriendo de qué manera la fe va consiguiendo cambiar la rutina de unas personas que, anteriormente, nunca pensaron que el catolicismo fuera su manera de vivir y de actuar.
En especial quisiera destacar a la hermana mayor, María, una mujer fuerte, decidida, con un desparpajo y razonamientos que va directa al tema de conversación. No se anda por las ramas y parece que, en alguna ocasión, puso a su hermano y director en un pequeño aprieto por lo decidida que contesta, incluso pregunta y ofrece unas reflexiones que mucha gente no plantearía con una cámara delante.
Tampoco hay que olvidar a otro protagonista, el órgano, del cual el cuñado es el encargado de sacarle unos sonidos que nos acompañan durante el metraje y que sirven perfectamente como nexo de unión de unas conversaciones (de ahí el doble sentido del título del film: de conversar y de convertir) sinceras, fluidas, espontaneas a veces, pero sobre todo reales y directas.
Película que entenderán tanto los agnósticos como los creyentes, con una carga elevada de franqueza y naturalidad que no quiere adoctrinar a nadie, tan sólo exponer los razonamientos de unas personas normales que, por diferentes causas, han abrazado la fe católica y lo han querido compartir con los espectadores.


