Director: Enrique Rivero Año: 2015
Intérpretes: Jesús Gallego, Natalia de Molina, Xuaco Carballido, Elsa Ruiz, Sophie Gomez, Sara Maldonado, Axel Ricco

Lo primero que llama la atención de esta película es la música, pero no por su sonido, si no por su ausencia. Creo que es la primera película en muchísimo tiempo que veo que no lleva música, en cambio sí se oye un chotis en los títulos de crédito finales. Con este preámbulo y con el uso del color y del blanco y negro (la primera parte está filmada en color y la segunda en blanco y negro) y con muy pocos diálogos, ya intuimos que nos encontramos ante una película atípica. Es una obra que no gustará a todos los espectadores que la vean, a unos por su dureza, a otros por sus impactantes escenas, en definitiva que no es una película para el gran público.
La historia comienza cuando al protagonista le detectan una enfermedad de transmisión sexual y, en un acto más bien de cobardía, se marcha al campo donde se propone vivir como un campesino, mientras intenta poner en orden sus ideas, decide cómo afrontar su situación y, sobre todo, la de su mujer a la que parece que ha contagiado la enfermedad… Pero la vida de jornalero no es un camino de rosas, así entre la vendimia y su soledad conoce a una joven del pueblo que le impacta por su desparpajo y su hermosura.
Intensas escenas rodadas en la grandeza del campo, ya sea entre las viñas o en las llanuras, combinadas con otras donde la soledad del protagonista, cubierta de una amargura latente que le hace mortificarse por sus actitudes y las consecuencias que pueden tener, nos va descubriendo el interior de Jesús (Jesús Gallego, un intérprete que debuta en el cine, algo que el director suele hacer con sus protagonistas) para acompañarle en una búsqueda de su redención, de su deseo y de su perdón.
Natalia de Molina, bella y seductora, dota a su personaje de una sensualidad muy fuerte, casi salvaje, que hace de detonante en las decisiones que Jesús toma en su situación. Los demás intérpretes, la mayoría verdaderos habitantes de Pozoamargo, dan un aire coral a la historia que refleja de manera fiel la vida y el trabajo en la inmensa llanura manchega.
Con cierto aire de neorrealismo italiano, sobre todo en la segunda parte, el director, también autor del guion, nos ha querido ofrecer un compendio sobre la incertidumbre, la ambición, la clemencia y el amor, en una arriesgada obra que bucea en el alma del protagonista.


